“Casi sembramos para los bichos”

//“Casi sembramos para los bichos”

laopiniondezamora.es/ Irene Gómez

Foto-  Nico Rodríguez

Agricultores tabareses exigen medidas para controlar la “invasión” de jabalí que se asienta en los maizales, provocando cuantiosos daños | La situación compromete el futuro de los cotos

“Los bichos de la Sierra de la Culebra saben que aquí está el paraíso“. A sus 19 años José Ramos ya conoce los sinsabores del campo. Puede que sea el agricultor más joven de la zona, ilusionado, convencido del oficio y encantado de quedarse en el pueblo, Moreruela de Tábara. Pero estos días hacer un recorrido por los maizales hasta para él resulta desalentador. “Es una desgracia lo que nos está pasando con estos animales, casi estamos sembrando para ellos y no para nosotros” lamenta este jovencísimo agricultor.Como cada septiembre, cuando la planta está en todo su esplendor, los jabalíes encuentran acomodo en las estribaciones de la Sierra de la Culebra donde los cultivos de regadío de la comarca de Tábara son todo un parador nacional para estos cochinos salvajes.

Tienen agua, comida, humedad, están protegidos y no les molesta nadie; qué más quieren” expresa Secundino Fernández, uno de los agricultores afectados por la invasión de la fauna salvaje que machaca las parcelas de maíz. “Es que ya ni salen de las tierras, ahora estamos aquí hablando y seguro que están a unos metros” explica el cultivador de Santa Eulalia de Tábara. No es la primera vez que se meten en la frondosidad del maíz y se llevan un buen susto cuando oyen a los bichos rebullirse. “Cuando entras en la finca a mirar tienes que pegar alguna voz por si acaso, porque te viene una fiera de estas de frente y te mata” cuentan cultivadores tabareses. “Hay parcelas en las que tienes que entrar, abrir y cerrar la llave durante todo el ciclo de riego y al principio ya veías que había mucha pista, así que cuando el maíz se ha hecho grande, los daños a manta” certifica Secundino Fernández.

Vecinos y labradores de todo este contorno de la comarca de Tábara ya están más que acostumbrados al tránsito de la fauna. “Antes se veían más ciervos, ahora parece que han remitido, pero el jabalí es una auténtica plaga“, comenta Juan Gasol, de Pozuelo. Y por donde pasa, arrasa. Cuentan que se ven grupos de animales, camadas de ocho o diez jabatos que se aposentan entre los maizales destrozando la plantas. “Hay parcelas de donde ya no salen, están día y noche” confirma Fernández. “El problema es que las hembras están criando dentro de los maizales y éstas no comen la mazorca, lo que hacen es tumbar la planta para que puedan comer los rayones; hacen auténticas plazas de toros” apunta Carlos López, presidente del coto de caza Pozuelo. Y eso se traduce en cuantiosos daños para los agricultores y en todo un problemón para los cazadores, obligados por ley a asumir los daños de la fauna en los terrenos acotados.

Una situación que compromete el futuro de los cotos, incapaces de asumir la catarata de sentencias en su contra por las demandas de daños, la última con una indemnización superior a 15.000 euros, más abogados, peritos y costas. “Hemos contratado un seguro, no ha transcurrido un año y ya nos han echado” apunta Carlos López. “Nos vemos abocados a cerrar el coto y dejarlo todo vedado, y entonces va a ser un problema muy serio porque no habrá nadie que controle las poblaciones ni que cuide esto. Nosotros todos los años hacemos desbroces, siembras para la caza menor, tenemos fuentes, invertimos dinero en la recuperación y en mejorar lo que podemos, pero esto se acabó”.

Porque con la responsabilidad de los daños de la fauna los cotos de caza se juegan algo más que su futuro, se juegan el patrimonio de los directivos subsidiariamente en el caso de que el coto no sea capaz de asumir las indemnizaciones. “Con estas condiciones nadie quiere ponerse en las juntas directivas; en nuestro caso nos ha tocado repetir a los mismos y si seguimos es porque tenemos un contrato de arrendamiento de aprovechamiento de caza mayor y un poco por moral nuestra vamos a mantenerlo hasta que venza, pero será la última vez” advierte el presidente del coto de Pozuelo. “Estamos aquí porque nos gusta el campo, la naturaleza, pero con la ley tal y como está no podemos hacer nada. Todo el día de líos, con juicios, peritos, abogados. No hemos elegido tener animales ungulados de caza mayor, ni los jabalíes pero ahí están, es una plaga” describe Carlos López.

El empeño de cazadores y agricultores es que se autoricen esperas para controlar las poblaciones y evitar así que se malogren hectáreas y hectáreas de cultivos. “Hemos solicitado esperas y no autorizan, queremos actuar pero no nos dejan” se queja un cazador de Moreruela de Tábara, también agricultor. En ese pueblo, pese a los daños constatados provocados por el jabalí, no se ha podido actuar para controlar a la población fuera del periodo de caza. “En Medio Ambiente y Agricultura saben que hay daños, que la población se extiende porque es lo de todos los años y se resisten a autorizar las esperas”· Al igual que en Pozuelo la espada de Damocles está sobre el coto, temeroso de las consecuencias económicas que les pueden acarrear las demandas por daños. Porque los seguros agrarios abonan a partir del 20% de los daños, si no se tasa ese mínimo no hay posibilidad de recibir indemnización.

A juicio de los cultivadores, el control de la especie sería una manera de reducir daños. Cuentan que “en las parcelas donde se han abatido jabalíes se nota un montón, en un tiempo ni aparecen por allí, pero si no te dejan estás vendido” comenta otro cazador. En Pozuelo de Tábara se han autorizado tres esperas para todo el término; “así los bichos se ríen de nosotros” expresa Juan Gasol. “Solo en esta zona que estamos ahora puede haber 30 hectáreas de maíz, eso para una espera no es nada porque te tienes que poner en un sitio determinado y con todos los condicionantes que ponen es imposible”.

“Lo que tenía que ser es que te dejen matar al jabalí que entre en tu finca, igual que al ladrón lo meten en una cárcel. Porque nos están comiendo nuestro pan, estamos sembrando para dar de comer a los animales. Que los tengan en una reserva y los cuide la administración, que nosotros bastante tenemos con lo nuestro” se queja Lorenzo Fincias. “No es cuestión de matar o no matar, es que hay daños en nuestras tierras y los animales no son nuestros. Es muy bonito tener fauna pero hay que mantenerla y somos los agricultores quienes estamos soportando todo el peso. Que la Junta evalúe los daños y los pague” opina Gasol.

“Con los escasos márgenes que te deja ahora la agricultura, aquí lo poco que podemos ganar lo perdemos con los bichos. No hay derecho” apunta Lorenzo Fincias hijo. “Si todos los años tenemos el mismo problema y nadie nos da una solución es que los políticos de turno no lo están haciendo bien” intercede Juan Gasol, quien en un intento de evitar la entrada de la fauna ha llegado incluso a cercar alguna finca. Pero ni por esas. “Rompen los alambres por abajo, los levantan y pasan”. Lorenzo Fincias ha recurrido al más ancestral método de los espantapájaros. Se acaban las ideas y también la paciencia. “Hasta que no haya un buen susto de los bichos con el AVE, aquí no va a reaccionar nadie” sueltan entre la conversación.

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2019-09-18T09:38:57+02:00 18 septiembre, 2019|Actualidad cinegética|