Dos Sentencias “lapidarias” tumban los recursos de la Sala del TSJ y del Defensor del Pueblo.
A la primera presidida por la Magistrada que nos ha traído de cabeza los diez últimos años, fallando siempre en contra de la actividad cinegética, en nuestra región y poniendo todo tipo de trabas a las normativas de caza.
Su sesgo animalista y proteccionista le ha llevado a recibir este año dos importantes “varapalos”, el primero del Tribunal Supremo, poniendo fin a unos criterios pseudocientíficos que exigían a los técnicos de la Administración y del mundo de la gestión a cumplir con los deseos y objetivos de los anticaza y de los animalistas, que como no puede ser de otra forma eran “utopías y caminos a ninguna parte”.
En segundo lugar al Defensor del Pueblo que no se, pero me imagino, quien le animó a meterse en estos jardines.
Un Defensor del Pueblo que cuestionaba una norma legislativa emanada del órgano de representación de los ciudadanos de esta tierra, democráticamente y que sin ningún voto en contra validaba la nueva Ley que nacía con vocación de que la medida cautelar, de la Magistrada de marras, de suspender la caza en nuestra tierra se fuera a donde nunca tenía que haber salido; “el limbo de los injustos”.
Un Defensor del Pueblo, que al menos en este caso, no defendió a nuestro pueblo sino que buscó la complacencia de las minorías sectarias y radicales del mundo del animalismo exacerbado.
!!VIVA LA JUSTICIA !! !!VIVA LA CAZA”
