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Foto- Ondikol
La figura actual del cazador contempla un gran número de dimensiones, todas beneficiosas para el medioambiente, la fauna cinegética y el mundo rural
Desde hace años, los cazadores van sumando distintas facetas a sus roles tradicionales, que hacen de su figura no solo un actor fundamental para el medioambiente y el mundo rural, sino un elemento de vanguardia en el avance hacia una naturaleza más vigorosa. Su imagen actual queda lejísimos de las falacias con las que habitualmente son atacados desde los grupos que se autodenominan animalistas, pero buena parte de la sociedad que vive en las urbes e ignora las características de la denominada España vaciada,desconoce también sus funciones y la necesaria participación del sector cinegético en la supervivencia del mundo rural.
Los siguientes aspectos reúnen las principales perspectivas que se adhieren a los cazadores del siglo XXI, lo que no significa que un único cazador las reúna todas, sino que el colectivo se mueve en esas direcciones, potenciando unas u otras, en función de las prioridades individuales o de las particularidades de la sociedad de cazadores a la que pertenezca, así como a las características del terreno en el que actúe.
CONTROL DE LA FAUNA CINEGÉTICA
Siempre se ha dicho en Navarra que, si no existieran cazadores, los deambularían alegremente por la pamplonesa plaza del Castillo. Más allá de esta chanza, la realidad establece que el control poblacional de las especies cinegéticas que ejercen los cazadores constituye una de sus principales funciones, tremendamente prioritaria para la sociedad. Las cifras así lo avalan. Por ejemplo, en la temporada 2022-2023 se abatieron alrededor de 10.000 ejemplares de jabalíes, lo que no impidió que la densidad de esta especie continuará registrando una tendencia alcista que preocupa enormemente al Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente, debido a las nefastas consecuencias asociadas a unas poblaciones tan elevadas.
El control poblacional de las especies cinegéticas que ejercen los cazadores constituye una de sus principales funciones
Las plagas, como la de conejos que se sufre en buena parte de la Ribera, son el pan de cada día de multitud de cazadores de la Comunidad foral, que han convertido lo que hasta hace años era una simple afición, en un quehacer rutinario que se ha vuelto una peliaguda obligación en un buen número de acotados navarros. Sin la labor de los cazadores, algunas especies cinegéticas, ante los importantes cambios en el hábitat (como la arbustización forestal o el incremento de zonas de cultivos intensivos), entre otros motivos, crecería sin control y ocasionaría severos daños no ya tanto al ser humano, sino a la propia naturaleza, incapaz de asumir poblaciones tan altas.
DAÑOS AGRÍCOLAS Y ACCIDENTES DE TRÁFICO
Como una consecuencia del punto anterior, el trabajo que llevan a cabo los cazadores representa un salvavidas para varios sectores, como el agrícola o el ganadero. Los actores del sector cinegético son los encargados de reducir las cifras de ejemplares de especies que se alimentan de los cultivos, como los ya citados jabalíes o conejos. Sin su colaboración, muchas zonas agrícolas no podrían asumir las pérdidas provocadas por la acción de estos animales.
En cuanto a estas pérdidas, los agricultores las ven compensadas a través de pólizas con Agroseguro, que recibe dinero público para compensar esos daños. Sin embargo, hay agricultores que intentan repercutir contra los cazadores la parte que no cubren con esas pólizas, una situación a la que el sector cinegético se opone frontalmente. Los cazadores no pueden aceptar que, siendo una herramienta tan esencial de control y de prevención, e invirtiendo dinero y recursos para poner los medios necesarios que minimicen esos daños, después tengan que ser los pagadores de esos daños. Más, si cabe, cuando muchos de estos animales se alojan en zonas no cinegéticas.
La actuación de los cazadores en el control de las poblaciones posee otro efecto directo: la disminución de los accidentes de tráfico ocasionados por animales cinegéticos.En Navarra, entre los años 2019 y 2022, se produjeron cerca de 3.000 de estos siniestros viales, más de la mitad con jabalíes implicados. Si, según los estudios presentados por el Ejecutivo foral, en Navarra hay más de 30.000 jabalíes y se cazan anualmente unos 10.000, todo hace pensar que, sin la intervención de los cazadores, los accidentes de tráfico se multiplicarían hasta niveles alarmantes.
FORMADOS EN SANIDAD ANIMAL
Desde hace años, en Navarra los cazadores asisten a cursos que los forman en sanidad animal. Se trata de sesiones teóricas organizadas por la Federación Navarra de Caza (FNC), en colaboración con el Gobierno foral. Estos cursos son de vital importancia, ya que los cazadores han asumido durante los últimos años una nueva función, la de ser vigías en la naturaleza de enfermedades que podrían poner en jaque a diversos sectores muy importantes, como el ganadero. Patologías como la peste porcina africana, el Aujeszky u otras que afectan a algunas de las especies cinegéticas y que pueden ser compartidas con el ser humano, como la enfermedad Crimea-Congo, están a la orden del día y preocupan seriamente a las autoridades.
Por este motivo, los actores del sector cinegético se forman en sanidad animal. Unos conocimientos que los ayudan, primero, a detectar los casos de animales contagiados de estas enfermedades; y, segundo, a cómo reaccionar cuando se topan en el monte con un cadáver con indicios de alguna de estas patologías, con la meta de que estas enfermedades no se expandan. Siempre, por supuesto, dando parte a las instituciones de cualquier hallazgo.
Desde que se comenzaron a impartir estos cursos en el año 2018, más de 150 personas se han formado con ellos en Navarra. Además, el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra aprobó una resolución por la que reconoce la capacitación como persona cazadora con formación en sanidad animal a todas las que habían completado alguno de los cursos. Existe, de hecho, un reglamento europeo que indica que, “con el fin de preservar determinadas tradiciones cinegéticas sin menoscabar la inocuidad de los alimentos, conviene prever una formación destinada a los cazadores que pongan en el mercado animales de caza silvestre destinados al consumo humano”.
PARTICIPANTES EN INVESTIGACIONES
Los cazadores ya no son hombres y mujeres que actúan en solitario, sino que han adquirido una conciencia de grupo que se basa en la asunción de que se necesita llevar a cabo una actividad cinegética sostenible, puesta en práctica a través de una gestión adecuada de los recursos. Con esta idea en mente, el paso siguiente es el de contar con datos fiables y fidedignos que sustenten esas acciones. Y la manera de conseguir esos datos es por medio de investigaciones científicas, en las que los cazadores representan una pieza esencial.
Proyectos como los de Coturnix, para la codorniz, Zorzales o PIRTE, para la tórtola, entre otros, portan actualmente la vitola de avanzadaen una progresión que trata de suministrar información real y alejada de bulos sin fundamento, para que pueda servir en la toma de decisiones prácticas con sentido. De este modo, tanto los gobiernos como las propias sociedades de cazadores pueden gestionar basándose en cifras contrastadas.
El Observatorio Cinegético, una plataforma digital diseñada en el 2020 con la finalidad de incrementar los conocimientos de las especies cinegéticas para mejorar su conservación y su aprovechamiento, supone la punta de lanza de toda esta serie de proyectos de ciencia ciudadana, muchos de ellos sustentados por entidades y empresas como la Fundación Artemisan, la Real Federación Española de Caza, BineoConsulting o Mutuasport.
PROTECTORES DE LA NATURALEZA
Son muchos los cazadores en Navarra que emprenden numerosas acciones en beneficio del medioambiente, tales como la instalación de balsas en las que puedan beber los animales, repoblaciones de árboles en zonas con escasa vegetación, recuperación de terrenos destinados con anterioridad a otros fines, siembras cinegéticas, etc. Además, la extensión del colectivo por todo el territorio y su completa coordinación los convierte en piezas muy valoradas ante catástrofes naturales, como los incendios forestales. En la ola de fuegos registrada en el fatídico año 2022, la cooperación de los cazadores ayudó a los servicios de emergencia a actuar en el terreno con mayor eficacia.
En Navarra, la Sociedad de Cazadores de Tafalla es una de las más activas en este campo. En el 2021, repoblaron cinco hectáreas de terreno comunal, involucrando en la plantación de 1.400 árboles en la zona del Monte Plano a usuarios de Tasubinsa y a alumnado de Primaria de dos colegios de la ciudad del Cidacos y de un instituto de Peralta, así como a profesores y voluntarios de la propia localidad. Además, en los últimos diez años, este grupo de cazadores ha llevado a cabo diversos proyectos para establecer en campos de cultivo bandas de protección y alimento mediante siembras de cereal, así como desbroces de monte bajo y la creación de puntos de agua.