Un cazador con nada que celebrar

//Un cazador con nada que celebrar

elmundo.es/ MARTÍN MUCHA

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El cazador José Luis Rosado. NACHO MORENO (VÍDEO)

La tragedia de José Luis Rosado comenzó cuando el venado al que perseguía su rehala quedó atrapado en el precipicio de un barranco

Terminaron despeñándose el ciervo y hasta 13 de sus perros. Un vídeo con la cruel escena se convirtió en viral y puso en el disparadero al propio cazador

Nos dice que no entiende que Pablo Iglesias le llame asesino, que sólo murió uno de sus perros, Faroles, aplastado por el venado

En Roca de la Sierra, en el coche de un muchacho con piercing en la nariz, de esas de argolla que se llevan en su base, suena a buen volumen: «Es un veneno que llevo dentro/ En la sangre metido/ Que va hacer que me mate/ Sin que me haya siquiera querido/ Lo hice por eso/ Lo hice por ti».

No hay nadie alrededor, le acompaña su móvil y el bolero de C. Tangana con El niño de Elche. Se le pregunta por el vecino que protagoniza el vídeo más odiado por los animalistas: unos perros, tras alcanzar un venado al borde de un barranco en la sierra de Extremadura, caen al vacío… Apenas baja la ventanilla, apenas se escucha su respuesta: «Hay un bar cruzando el puente romano, a la derecha», es lo que se le logra entender.

-¿Allí está?

-Pregunta ahí.

Es un camino laberíntico para encontrar a José Luis Rosado. Hay varios en el pueblo. Pero sólo hay uno al que Pablo Iglesias, en plena campaña electoral andaluza, se ha detenido a escribirle un tuit [indirectamente]: «Los responsables de esta salvajada solo tienen un nombre: criminales. Acabemos con esto de una vez y castiguemos a los culpables».

Junto al mensaje, un link a un tuit, con un vídeo insertado que ya cuenta con más de 1,5 millones de reproducciones. «Que se caen los perros», se escucha cuando se le da al play. Y se ve a una docena de canes que se van despeñando en un paraje rocoso. Llega Rosado, cuchillo en mano, y remata al animal astado. Cae el venado y la grabación se corta segundos después.

Artículo 337

José Luis Rosado Sánchez, el único protagonista humano del vídeo, abre la puerta. Luce un mono manchado de tierra. En la solapa de la prenda, el logo de la empresa donde trabaja. Aún no le han comunicado la denuncia de Pacma, donde se adjuntan capturas de pantalla con su foto. La firma Silvia Barquero, su lideresa, y reclama que se le investigue, a él y sus acompañantes, por un supuesto «delito de maltrato animal por omisión». Apela al artículo 337 del Código Penal.

Rosado tiene las manos gruesas y recias. Trabaja en el campo. Es hombre de frases cortas e ideas férreas. Nacido en marzo de 1968, nunca se ha enfrentado a situación semejante en su medio siglo de vida. Y menos por su gran pasión. Estamos en territorio de cotos de caza. Rosado comenzó hace 23 años con las monterías con perros. En el pueblo le han llegado a contar más de una veintena. No es profesional, los tiene en su finca. «Bien cuidados, hermosos», señala un vecino. Su rehala está compuesta de podencos y dogos. Las razas que cayeron al barranco.

«Durante la grabación caen al vacío 13 perros por un desnivel mayor de 50 metros», argumenta en su escrito de acusación Pacma. Otros grupos animalistas han llegado a denunciar 12 muertes… Rosado pasa a la defensa. A pesar de la tétrica escena con el desplome de éstos, asegura que murió sólo uno. Fue su querido Faroles, un podenco ibicenco al que el ciervo le cayó encima. Hay otro gravemente herido: Ligero, un dogo argentino. O eso pensaban.

«¡Está perfectamente este perrito!», afirma rotundo a Crónica, parece que grita pero es su modo de hablar. «¡Es mentira que hayan muerto 13 perros!», ha declarado una y otra vez. En su particular balance se pueden enumerar 11 perros rasguñados, uno con una pata rota y uno muerto, como el ciervo.

-¿Se les puede ver para comprobar que realmente están bien?

-No se visitan. Ligero está con el veterinario en su clínica. Los otros están bien.

-¿Terminó herido por el ciervo?

-Yo estoy bien…

-Se le ve. Pero nos encantaría ver a los perros que se despeñaron.

-¡Los perros no se sacan en ningún sitio!

“¡Hasta en EEUU!”

Se percibe su agobio por las acusaciones recibidas. Le han llamado «asesino» en miles de mensajes, le han amenazado de muerte otras tantas. «Este caso lo han escuchado… ¡Hasta en EEUU!», se lamenta. Se pasa la mano por la calva y toma aire. Eso sí, los perros supervivientes tendrá que mostrárselos al Seprona, ya que a instancia de la Fiscalía de Cáceres iniciarán una investigación sobre lo sucedido. El caso ha causado revuelo mundial tras la grabación difundida por Luis Miguel Domínguez, animalista, fundador de Lobo Marley y afiliado a Unidos Podemos. Lo hacía con esta frase lapidaria: «Un bonito lance de caza… ¡Hay que joderse!»

«Es un sinvergüenza ése que ha subido el vídeo», opina Rosado en frase corta. Los cazadores han salido en su defensa y han contraatacado. «Es un anticaza condenado por apropiarse de la herencia de dos ancianos», han titulado en la revista especializada Jara y Sedal.

Otros incluso ven una conexión política a unos días de que el PSOE y el PPandaluces firmaran un compromiso con la caza. Puras elucubraciones, que se repiten tanto en Roca de la Sierra como en Herreruela, donde se encuentra la finca El Hornillo, donde pasó todo, a 60 kilómetros. Es un paraíso natural, con caídas de agua y donde reina lo verde. Cuando estamos en este predio se detiene un todoterreno. «¡Dile a Pablo Iglesias que venga! Que nos visite…», lanza antes de seguir su ruta.

Rosado no se queda atrás: «¡Ay, el coletas!», suelta. No comprende por qué, sin conocerle, le ha llamado asesino. Exige respeto. «Yo sólo quería que no se cayeran mis perros». Rosado ha llegado a buscar uno de los animales de su recova que estuvo perdido seis días. El dogo Ligero, el herido tras la caída, probablemente no pueda volver a cazar. Pero el rehalero no le va a sacrificar, a pesar de las recomendaciones tras sufrir una caída de 25 metros, según él, y de 50 según Pacma.

La rehala que lleva su nombre seguirá existiendo. Es la antítesis de un señorito. «Me tengo que ir a trabajar, perdone». Apura su comida para volver a sus labores… «Me levanto a las 6 de la mañana. Ahora vengo a las 11 de la noche». Apenas tiene tiempo para comer. «Trabajo en el campo por poco dinero».

Su hija le reclama que vuelva, que no le va a dar tiempo de apurar el plato. Él se lamenta del suelo resbaladizo de aquel barranco. Y se siente afortunado porque, gracias a sujetarse de la cornamenta del ciervo, se salvó de una caída mortal para un hombre. En el vídeo ya no se ve cómo bajaron a por los animales. La angustia por rescatarles. Tampoco que, después de comprobar que Faroles y el ciervo habían muerto -y de salvar a Ligero-, no hubo duelo. Siguieron con la cacería. Monte adentro.

 

elmundo.es

2018-11-26T10:09:52+01:00 26 noviembre, 2018|Actualidad cinegética|